"Todo el mundo puede cocinar". Lo decía el chef Auguste Gusteau en Ratatouille, la película del ratoncito amante de la buena cocina.
Una prueba de ello es Omar Pereney. A los 17 años de edad se ha hecho un nombre y se ha ganado el respeto en la gastronomía nacional e internacional, al punto de codearse con los colegas más importante del país, como Victor Moreno, Sumito Estevez o Nelson Méndez.
Nunca soño con ser cocinero; todo comenzó por curiosidad. Ha dicho varias veces que fue en la cocina de un amigo de su papá que empezó a preparar platos: "Pasé por todas las estaciones, ahí hacia de todo porque era el pasante".
A su corta edad se ha paseado por los fogones más importantes de Venezuela, como los de Restaurant Antigua, Malabar y Tragaluz y por poco más de dos años estuvo en el comedor del Instituto Culinario de Caracas. además ha cocinado para locales en Colombia, y en Miami, Filadelfia y Nueva Jersey, Estados Unidos.
Lleva cinco años en el negocio gastronómico, experiencia que le vale para asegurar que este es el mejor momento para incursionar en la cocina, porque actualmente no hay paradigmas. "No importa si eres hombre, mujer o joven", dijo.
Asegura que la crisis económica mundial no ha afectado el buen paladar del venezolano, que en su opinión es un comensal exigente, crítico y le gusta comer sabroso.
Del San Ignacio a Cancún:
El joven chef también tuvo su propio restaurant en el centro comercial San Ignacio. La especialidad era la comida tailandesa y japonesa. Aunque esa sociedad no prosperó, no se le han quitado las ganas de invertir en la cocina y se prepara para abrir Pereney en Cancún México.
"No quiero encasillarme en un concepto o etiqueta. La cocina es un espacio donde no deben existir reglas, no se deben dar explicaciones. Soy más de cocina de autor, de todo un poco, pero seguramente el restaurant en México tendrá un marcado acento venezolano, en el que no faltarán arepas", aseveró.
Una de las Virtudes de Pereney es su capacidad de autocrítica. "No hay nadie que sea mas crítico conmigo que yo mismo. Cuando alguien viene a criticarme, ya yo lo he hecho", expresó.
Enfatiza en que para dedicarse a ese oficio se requiere de una inmensa vocación y amor, además de sacrificio y esfuerzo. "Tiene que gustarte, ponerle todo el cariño del mundo, cocinar hasta morir", dijo. Sin embargo, todo es recompensado con lo que él considera el acto más noble del mundo: alimentar a la gente.
Porque emprender es una nota!
Por Carola Ettegui
28/02/2013

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